Siempre me ha incomodado mucho ese dicho: “Más perdido que
el hijo de Lindbergh”, que se emplea –según mi criterio, equivocadamente- para
manifestar a modo de chiste (que creo lo peor del asunto, pero lo atribuyo a
ignorancia) que uno está perdido o distraído. Digo equivocadamente,
principalmente, por la tragedia que esa frase encierra y que escuché hace
muchos años, por primera vez, relatada por el periodista Oscar Yanes en “Así
Son Las Cosas”. He aquí brevemente la historia de la expresión:
El niño pequeño del famoso aviador y explorador
estadounidense Charles Lindbergh –que llevaba mismo nombre-, quien tenía poco
más de año y medio de edad, fue secuestrado en circunstancias hasta ahora
sospechosas a principios de 1932 y su cadáver fue encontrado 20 semanas más
tarde, en un paraje a unos pocos kilómetros de distancia de la casa de la
familia Lindbergh en Nueva Jersey. El caso del hijo de Lindbergh fue en su día
calificado como "El crimen del Siglo" por la prensa estadounidense.
Miguel Strogoff, por Aguilar Sutil
En cambio, otros (como el animador Don Francisco) prefieren
decir frases similares y más ligeras como “Más perdido que Miguel Strogoff”, en
alusión al aventurado cartero del Zar de una de las tantas historias creadas
por el francés Julio Verne (al menos el correo del Zar no murió).
De modo que la próxima vez que alguien me salga con esa
burla cruel mas ignorante que intenta ser un chiste, le contestaré: “Mire,
señor (señora): por si usted no lo sabe, el hijo de Lindbergh desapareció
porque fue secuestrado y asesinado, y eso fue hace más de 80 años, así que eso
que me acaba de decir no aplica para decir que estoy distraída”. O sea, le
acepto que me diga que estoy “ida”, despistada, “en Babia” o “más perdida que
Miguel Strogoff” inclusive. Pero, con la cantidad de secuestros que hay en
nuestro país… ¿Yo, perdida como el hijo de Lindbergh? ¡Que Dios me proteja!

