A continuación, quiero compartir mi historia, tal como la publiqué por primera vez en mi cuenta de Facebook, en agosto pasado.
"Desde hace
dos años, yo empecé a tener una fuerte sospecha de que tenía un trastorno
autista: creía que tenía síndrome de Asperger o quizá algo más profundo
-autismo de alto funcionamiento-; alguno de estos dos.
"El pasado
22 de julio recibí, de parte de la doctora Myriam Ortiz en consulta privada, el
diagnóstico que confirmaba mis sospechas: autismo leve con buen nivel de
funcionamiento.
Nací un 6
de octubre en una población de la región costera de Barlovento llamada Río
Chico. Hasta donde alcanzo a recordar, no ingresé al sistema educativo hasta
primer grado: fue el primero de abril de 1991 en la tarde y tenía 6 años; lo
recuerdo claramente como mi primer día de clase, salvo ese detalle y otros
pocos, como que me equivoqué de salón al regresar tarde del recreo. No cursé
preescolar porque, según contó mi mamá una vez, las maestras decían que yo
debía ser evaluada por un psicólogo.
"Aprendí a
leer a los 3 y a escribir a los 4 (mis papás decían que aprendí a leer con el
periódico; quizá escribir con él también, con mi letra imitaba la tipografía
del diario). Ya por entonces muchos me decían que era muy inteligente. Por otra
parte, ya me sentía como atrapada en una burbuja y con la impresión de que
cuando hablaba no me entendían pues hablaba con palabras raras para ellos. Esa
sensación de incomprensión ha persistido a lo largo de mi vida.
"Todos los
que han tenido la oportunidad de convivir conmigo y conocerme a fondo han visto
comportamientos un tanto extraños en mí, digamos: rabietas sin sentido,
hiperactividad y, sobre todo, incapacidad para una interacción social
fluida con los demás. Estos y otros problemas de conducta, economía, salud,
etc., solo han ido empeorando: he ido perdiendo el aprecio de mucha gente y me
he convertido en una persona solitaria.
"Con el
paso a la edad adulta tuve muchas crisis: desde los 18 empecé a tener accesos
de depresión debido a la incertidumbre de no saber qué hacer con mi vida y toda
noticia triste empezó a afectarme terriblemente y, entre otras cosas, en el
transcurso de un año solo salí de casa en cinco ocasiones. Luego, poco a poco
fui tratando de acomodar mi vida a la edad adulta con no pocas frustraciones:
inicié y abandoné dos carreras universitarias, tuve un novio al que dejé en
menos de dos meses porque me sentía incómoda y temerosa, los pensamientos
suicidas iban y venían intermitentes, comencé a tener problemas graves con mis
hermanos y hasta con mis padres, hasta que fui con una psicóloga en 2006 y
empecé a manejarme mejor, pero dejé de asistir un año después por mis compromisos
estudiantiles.
"En esa
época vino la prueba más terrible de todas: la muerte de mi madre en 2008.
Desde entonces he sentido actitudes feas de parte de algunos de mis hermanos
hacia mí… Ellos no me soportaban. Mamá y papá sí. Intenté superar la decepción
que me causaba el ambiente caótico de casa leyendo la Biblia, artículos de
psicología y libros de superación, pero pronto comprendí que, mientras no
cambiara de entorno y de personas ni tuviera un espacio íntimo para desarrollar
mi fortaleza anímica, mis esfuerzos para cambiar mi actitud no resultarían ni
valdrían para nadie.
"Entre
tanto, seguía sin resolver mi problema elemental. Estaba lejos de imaginar que
mis señales ya características, aunadas a mi inteligencia, podrían tener un
nombre. Hasta que, en el octubre de 2010, encontré un artículo en una revista
acerca del síndrome de Asperger y descubrí que casi todos los síntomas
descritos coincidían con mi situación; gracias a dicho artículo contacté con
Sovenia esa misma semana. Diez días después la Dra. Lilia Negrón Ruiz me llamó
por teléfono, me sorprendió que fuera ¡a las 7.50 de la mañana! La conversación
duró más de 12 minutos y compartimos más detalles sobre mi caso, el cual expuse
por e-mail; me dio algunas recomendaciones, sobre todo dietéticas, que me
ayudaron a sentirme mucho mejor y me impulsó a investigar más del tema. Para
ella no cabían dudas: yo podría tener el síndrome. Me causó una excelente
impresión y me dio mucha confianza. Lamentablemente, la doctora murió tres
semanas después, de manera repentina. Me hubiese encantado conocerla
personalmente. Ella tenía 70 años y había fundado la asociación 31 años atrás;
era una profesional especializada en autismo reconocida no sólo en Venezuela
sino en Latinoamérica; sobre todo, está presente la mejor de las referencias de
parte de la gente que la conoció y colaboró con ella. Luego, empecé a conocer a
través de Facebook a otras personas que tienen o, como en mi caso sospechan
tener el trastorno, me alegra saber que no soy la única en esta situación.
"Descubrir
que no era yo sola en mi incertidumbre fue solo uno de pocos momentos de
alegría que tuve en los últimos 6 años: antes, en 2007, fui operada de
estrabismo; mi mamá me acompañó antes y después en las citas de control de
aquel año; más tarde me tocaría desenvolverme sola… La médico que me hizo la
evaluación general preoperatoria consideró que yo tenía un trastorno mental y
así lo registró, eso me hizo sentir mal, pero luego empecé a investigar como
pude… hasta lo que ya se sabe.
"A finales
de 2011, emprendí, quizá de forma muy impulsiva (aunque ya lo consideraba desde
el año anterior), uno de mis mayores sueños: iniciarme en la música y aprender
guitarra clásica. Quisiera contarles todos los detalles de lo que ha sido estar
en la Fundación Para El Movimiento Regional de Orquestas Sinfónicas Infantiles
y Juveniles en la Zona de Barlovento y lo que fue atender a clases de lenguaje
musical con su directora-fundadora, la licenciada María Auxiliadora Cuicas, una
de las mujeres más cariñosas e inteligentes que he conocido... Pero seré breve.
Me sobra decir que esta ha sido la vivencia más feliz y bella que he tenido en
estos años, quizá en toda mi vida; me ha enseñado que, a pesar de las
dificultades, vivir por cumplir una misión en este mundo es nuestro mayor
incentivo y nuestro más grande logro.
Sin
embargo, el 27 de junio ocurrió una tragedia: nuestra querida maestra falleció
y aquello me dejó una tristeza muy profunda, sobre todo porque en uno de los
conciertos que habíamos hecho en diciembre, ella mencionó, al referirse a mí,
que yo tenía una condición especial. Lo increíble de esto es que nunca hablé
del tema con ella: se fue de este mundo antes que yo pudiera decírselo, pues mi
cita para evaluación sería el siguiente mes. Con todo me alienta saber que su
legado seguirá.
"Ahora... Me preparo
para seguir mi formación como guitarrista, para un curso de asistente de
Educación Especial y para el paso más doloroso que debo dar en estos momentos:
mudarme de la casa donde he vivido toda mi vida, en medio de muchas necesidades
entre afectivas y económicas, pues no he podido emplearme. Pero tengo cierto
optimismo por el futuro, por la vida que ha comenzado y despertado para mí a
partir de ahora.
"Estas han
sido las memorias de mi vida tal como las cuento.
Añado lo siguiente: esto no para aquí. También tengo grandes esperanzas de estudiar de nuevo en la universidad el próximo año, ser vocera del autismo y seguir aprendiendo todo lo que me sea posible en este mundo a veces alegre y a veces hostil. Ahora veo que la vida efectivamente me sonríe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario