viernes, 27 de noviembre de 2015

Vivencias compartidas - Manuel Cedeño

Una de las vivencias más significativas para una persona en el espectro autista, así como para los familiares que le acompañan o le rodean, es conocer a quienes hayan pasado por las mismas alegrías e incertidumbres, los mismos avatares.
Tal vivencia empezó a abrir posibilidades ante mí prácticamente desde que empecé a indagar sobre mi condición sin saber exactamente si era Asperger o autismo leve. Así, fui estableciendo contacto con otros adultos que fueron identificados con el continuo autista de alto funcionamiento, formalmente diagnosticados o no; también con varias madres de chicos en el espectro. En eso, y en actividades como mi iniciación en la música, fueron pasando casi tres años hasta que en julio de 2013 finalmente confirmé que tenía autismo leve de alto funcionamiento…
Poco antes, me encontré con un escrito acerca del “Asperger y el contacto físico”, de alguien llamado Manuel Cedeño. Aquellas palabras, ubicadas en el contexto de la incomodidad experimentada por una persona aspi con el contacto físico en las unidades de transporte público, fueron amoldadas a mi experiencia al respecto en gran medida: más de una vez me sentí así, pero quizá de peor manera por el simple hecho del abuso de ciertos machos hacia las mujeres… Aun así, me pareció muy divertido, por lo que dejé un comentario en su nota reproducida en la página de Fundasperven en Facebook. Luego, supe otros detalles, luego publicados en su libro “El Niño Que Fui” (el que relata sus vivencias como niño; el primero de tres): sobre cómo fue rechazado por muchos de sus condiscípulos de clase, cómo se le hacía muy difícil hablar, su sensación de desamparo, su relativa torpeza para ciertas habilidades manuales como la carpintería o el deporte… Sin embargo, con lo que me sentí identificada fue con las manipulaciones que sufrió: por ejemplo, recuerdo que más de una vez, en mi época del liceo, me buscaban para que les ayudara en las clases de inglés, de lengua y literatura, que eran las áreas donde más me destacaba. Por mencionar una de tantas ocasiones en que fui manipulada y, desde luego, no fue la peor, aunque de esas otras experiencias no estoy preparada para contar.
En resumen, finalmente lo conocí en Caracas el año pasado, cuando las primeras reuniones sobre el anteproyecto de Ley para el Autismo que estábamos (y aún seguimos) preparando. He de decir que me pareció un poco distante, aun admitiendo que muchos también ven ese rasgo en mí, pero ni modo. Desde entonces hemos coincidido en varias ocasiones, principalmente en los eventos de la Fundación SoyAspie (Fundaspie), que él mismo fundó, y él y su directora de eventos, Iris Rivero, se han convertido en dos de mis principales apoyos, e integran lo que yo llamo “la familia de mi corazón”, al margen de mi propia familia de sangre (así me siento ahora: viviendo entre dos mundos).

Por último, quiero agradecerte, Manuel, mi hermano del alma, por estar presente en mi vida. No tengo más que decir.


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