Hace ya ocho meses que recibí el diagnóstico de autismo leve. Lo recibí muy bien gracias a que fui acostumbrándome a que mis sospechas de tener autismo o Asperger se confirmarían en aquella consulta del 22 de julio con la doctora Ortiz.
Desde hace más de tres años y medio, y más aún desde entonces, me he habituado a informarme y familiarizarme más sobre mis actitudes -tanto buenas como malas- y a compararlas con las señales características del autismo, pongo como ejemplos la hipersensibilidad a los sonidos fuertes (como los fuegos artificiales o el reguetón), la dificultad para relacionarme socialmente, la incomodidad con las muestras de afecto, las dificultades para mirar directamente a los ojos de otra persona; también influyó en el diagnóstico mi posible retraso en el desarrollo del habla en mis años tempranos. Eso sí, desde luego cuento con mis puntos fuertes: mi honestidad, mi inteligencia (que probablemente está encima del promedio), mi creatividad (inclinación a las artes y al diseño), mi capacidad para reflexionar (que me ha hecho discernir entre quienes me comprenden sinceramente y quienes no)...
Aun así, todavía se me dificulta hablar de mi condición incluso con las personas en quienes confío. Por otra parte, de pocos familiares he recibido el apoyo moral suficiente, es más, algunos de mis hermanos no me aceptan y lo peor del asunto es que me encuentro en una situación de alto riesgo de la cual no tengo posibilidad de salir a corto plazo. Unas veces el prejuicio puede ser tan o más poderoso que la amorosa comprensión que ellos pudieran tener; solo si dejaran atrás el rencor que les ha dejado el no poder tratarme con respeto, todo sería más grato y tendríamos una convivencia familiar más sana.
Ahora, mi más grande anhelo es hablar a favor de las personas del espectro autista que, como yo, luchan por adueñarse del espacio del mundo que les corresponde y concienciar a aquellos que tienen sensibilidad suficiente para tratarnos con amabilidad y tratar de comprendernos.
Que lo que más necesitamos los seres con autismo es amor, muchísimo amor.

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